Esto era un pastorcillo alegre y bromista que cuidaba su rebaño de
ovejas en un monte. Un día que se aburría junto a sus corderos se le
ocurrió ponerse a gritar con todas sus fuerzas:
- ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude!
¡El lobo! ¡Que viene el lobo!
Los Campesinos que estaban al pie del monte ocupados
en los trabajos de la tierra dejaron todo y subieron corriendo. Al
verles aparecer cansados y sudorosos el zagal se partía de risa. Los
campesinos vieron que el muchacho les había gastado una broma y
volvieron enfadados a sus
tareas.
Unos días más tarde el pastor embustero repitió el
grito de alarma con mucha, insistencia:
- ¡Auxilio! ¡El lobo, el lobo! ¡Labradores, que viene
el lobo y se va a comer las ovejas! . Aunque dudaron un poco, los
campesinos fueron corriendo de nuevo y por segunda vez se vieron
burlados por el pastor, enfadándose muchísimo.
Pero un día llegó el lobo de verdad. Estaba hambriento
y empezó a comerse las ovejas. El pastor volvió a llamar a los
labradores gritando muchas veces:
- ¡El lobo! ¡Ha venido el lobo! ¡Socorro, Socorro!
Los campesinos creyeron que sería una broma, como las
veces anteriores y nadie acudió para ayudar a Pedro que vio como el lobo
acababa con su rebaño. Cuando los labradores se enteraron de lo sucedido
se enfadaron con Pedro y le dijeron:
- Esperamos que esto te haya servido de lección, las
personas que mienten no pueden esperar que los demás confíen en ellas,
pero te daremos cada uno de nosotros una oveja para que puedas volver a
tener un rebaño.