martes, 12 de agosto de 2014

Las tres plumas

"Cuéntame un Cuento"
Las tres plumas
Había una vez un rey que tenía tres hijos. Dos de ellos eran listos y juiciosos pero el tercero hablaba poco, era muy ingenuo y lo llamaban Bobito, pues no tenía otro nombre. Cuando el rey se sintió viejo y sin fuerzas, viendo que sus días estaban contados, pensó en designar heredero del trono a alguno de sus hijos, pero no supo decidirse por ninguno de ellos. Entonces les dijo:  
-Váyanse por esos caminos de Dios y el que me traiga el tapiz más bello y delicado, será rey después de mi muerte.
Y para evitar disputas, los llevó hasta la entrada del palacio, lanzó tres plumas al aire y dijo:  
-Saldrán en la misma dirección que indique el vuelo de cada una de las plumas.  
Una pluma voló hacia el este, otra hacia el oeste, la tercera voló en línea recta, pero cayó al suelo enseguida, a muy poca distancia. De modo que un hermano se fue hacia la derecha, el otro hacia la izquierda y se burlaron de Bobito porque no podía ir más allá de donde había caído la tercer pluma.  
Bobito se puso muy triste y se sentó en el suelo. De pronto se dio cuenta de que junto a la pluma había una escotilla.  Al levantar la tapa vio que había una escalera y bajó por ella. Entonces encontró otra puerta y oyó una voz que procedía del interior:
Niña pequeña,
pata de cigüeña,
pata larga y roja,
arrugada y coja.
Coja, cojera
¿quién está ahí afuera?
La puerta se abrió y ante su vista apareció un sapo grande y gordo rodeado de muchos sapitos. El sapo le preguntó qué quería y el príncipe le contestó: -Voy buscando el tapiz más hermoso del mundo.
 El sapo llamó a uno de los sapitos y le dijo:
 Niña pequeña,
pata de cigüeña,
pata larga y roja,
arrugada y coja.
Coja, cojera:
trae la caja y espera.
El sapito trajo una caja muy grande, el sapo grande la abrió y sacó un tapiz tan hermoso que no había igual en todo el mundo. Regaló el tapiz al príncipe, quien le dio las gracias y subió otra vez la escalera. Mientras tanto, los otros dos hermanos, que tenían al menor por tonto, dijeron:
-No encontrará nada que valga la pena, así que no hace falta que vayamos muy lejos.  
Y a la primera pastora que encontraron le quitaron el mantón y se lo llevaron al rey. Bobito llegó entonces con su precioso tapiz y el rey dijo:  
-Este tapiz es una hermosura, y no se puede comparar con esos mantones rotos y sucios; es justo que el reino sea para mi hijo menor. Los dos hermanos dijeron que eso era imposible, el pequeño era demasiado tonto y no podía ser el rey. Que les pusiera otra prueba. Entonces el padre dijo:  
-Daré mi reino al que me traiga la sortija más hermosa.  
Salió con sus hijos al campo, echó tres plumas al aire, sopló y una pluma se fue hacia el este, otra hacia el oeste y la tercera volvió a caer al suelo, junto a la puertecilla.  
El pequeño príncipe bajó por la escalera y dijo al sapo que necesitaba llevar a su padre la sortija más hermosa del mundo. El sapo dijo que le trajeran la caja la abrió y dio al príncipe una sortija tan hermosa, que no hubiera podido hacerla nadie en el mundo.  
Y mientras tanto, los hermanos se estaban riendo del pequeño que quería buscar una sortija con lo tonto que era; ellos no se molestaron en ir lejos; quitaron a su coche un aro de hierro y se lo llevaron al padre. Pero en aquel momento llegó Bobito con su preciosa sortija, y el padre volvió a decir: -Mi reino será para él.  
Los hermanos no dejaban en paz al padre diciendo que Bobito no podía ser rey con lo tonto que era. Así que el padre puso otra prueba: daría el reino al que le llevase a palacio la mujer más hermosa del mundo.
Volvió a echar las plumas al aire y cayeron en la misma dirección que las veces anteriores. El pequeño príncipe volvió a bajar por la escalera, llamó al sapo grande y gordo y le dijo:  
-Tengo que llevar a la mujer más hermosa del mundo.  
-¡Vaya, vaya! ¿La mujer más hermosa del mundo? ¡No la tengo, pero te la buscaré!  
El sapo dio al príncipe un nabo hueco del que tiraban seis ratoncitos y el príncipe preguntó:  
-iQué voy a hacer con esto?  
-Mete en el nabo a uno de mis sapitos -le contestó el sapo gordo.  
El príncipe escogió a un sapito y lo introdujo en el nabo. Y en aquel mismo momento, el sapito se convirtió en una señorita preciosa, el nabo en carroza y los ratones en caballos. El príncipe dio un beso a la joven dama y se fue en la carroza al palacio de su padre.  
En esto llegaron sus hermanos, que no se habían molestado en buscar mucho: llevaban a palacio a las campesinas que les habían parecido más guapas. El rey las miró a todas y dijo: -Mi reino será para el pequeño.  
Los hermanos mayores volvieron a protestar; decían a su padre:  
-¡No puedes hacer eso! ¡Bobito no puede ser rey!  
Entonces el rey dijo que daría el reino al que tuviera una mujer capaz de pasar por un aro que había colgado en el salón del palacio.  
Los mayores pensaban: "Nuestras campesinas son muy fuertes y podrán pasar por el aro; pero esa señorita tan fina no sabrá saltar y se matará".  
Las dos campesinas saltaron pero eran tan torpes y tan grandes que se cayeron al suelo y se rompieron varios huesos. Y después saltó la joven dama que había llevado el pequeño y como era tan ligera como un corzo, les ganó a todas Y así fue como Bobito heredó la corona y fue un rey bueno y sabio durante mucho tiempo.
 

El maestro de primaria Template by Ipietoon Cute Blog Design