"Cuéntame un Cuento"
Los siete Cuervos
Una
vez existió un matrimonio que tenía siete hijos. Al cabo de un tiempo les
nació una niña. -¡Qué pequeña es y qué bonita y delicada!-dijeron los
hermanos. Un día, la madre dijo a los siete muchachos: -Id a buscar agua
para bañar a vuestra hermana, hijos míos. No tardéis demasiado.
Al llegar a la fuente que había en el bosque, el hermano
mayor llenó la jarra y se la entregó al hermano pequeño para que la
llevara. -¡Oh!- se lamentó el hermano pequeño, tropezando y soltando la
jarra, que se hizo pedazos. -¡Vaya!- dijo uno-. Nuestro padre se pondrá
furioso.
-Seguro que esos bribones se han entretenido jugando en el
bosque- dijo el padre, al ver que no regresaban-, ¡Ojala se conviertan en
cuervos! Al acabar de pronunciar estas palabras, levantó la cabeza y vio
que un grupo de siete cuervos volaba sobre la casa. -¡Oh!- se lamentó el
padre, arrepentido-. Son mis hijos que se han convertido en cuervos.
Al cabo de unos años, cuando la niña fue mayor, se marchó
de casa en busca de sus siete hermanos convertidos en cuervos. -¿Sabes
dónde están mis hermanos?-le preguntó al sol. Pero el sol no contestó y,
al llegar la noche, interrogó a la luna.
Al no obtener tampoco respuesta de la luna, la muchacha
interrogó a las estrellas: -Decidme, estrellitas, ¿sabéis donde están mis
hermanos? -Tus hermanos están en la Montaña de Cristal-respondió la reina
de las estrellas-.Toma esta llave y podrás desencantarlos, ya que abre la
entrada de su cueva.
Caminando, caminando, la niña llegó al pie de la cueva y
abrió la puerta con la llave que le había entregado la reina de las
estrellas. -¿Qué deseas?- le preguntó un enanito que había en el interior
de la cueva. -Busco a los siete cuervos, que son mis siete
hermanos-respondió ella.
-Mis amos, los cuervos, no están en casa-respondió el
enano-. Pero puedes esperarles a la entrada de la cueva. -¿Tardarán mucho
en llegar?-preguntó la muchacha, procurando calmar su impaciencia. -No-
respondió el enano-. Siempre regresan al ponerse el sol. Me parece que ya
oigo sus chillidos.
Al cabo de un rato los chillidos se hicieron más fuertes y
los siete cuervos aparecieron en el cielo con un ruidoso batir de alas.
-¿Ya están aquí! ¡Ya están aquí! –gritó alegremente la muchacha. -¡Eh!
¡Eh! ¿Quién es esa niña?-preguntaron los cuervos al enano.
-¡Soy vuestra hermana! –gritó la niña, enseñándoles el
anillo de su padre que había recogido al marcharse de casa.
-Verdaderamente-observó el hermano mayor-, este es el anillo de nuestro
padre. La niña besó a los siete hermanos en el pico y, al instante, los
siete cuervos recobraron su forma primitiva.
Deseosos de volver a abrazar a sus padres en seguida, los
siete muchachos y su hermana se despidieron del enanito. -¡Adiós! ¡Adiós!-
les gritó el hombrecillo, entristecido por la marcha de los que habían
sido sus dueños. -¡Adiós amigo!-se despidió el hermano mayor-. Puedes
quedarte con la cueva y la Montaña de Cristal.
Después de caminar durante varios días, los siete hermanos
y la muchacha llegaron a la granja de sus padres. -¡Padre mío! ¡Madre!-
gritó la niña-.¡Mis hermanos están otra vez en casa. -¡Gracias, Dios mío!
–dijo el padre-. Nunca más volveré a tener mal genio.
Los animalitos del bosque participaron de la alegría de
los habitantes de la pequeña granja y celebraron una gran fiesta. -¡Viva!
–gritó un conejito-. Ya tienen de nuevo a sus siete hijos y también a su
hija, la más buena y hermosa de todo el país.